martes, 11 de octubre de 2011

Música polar

Finlandia, un país del que sólo conocemos el canto suicida de The Rasmus y la electrónica machacona de Huoratron, y mientras tanto, colocan en el resto del mundo a sus mejores bandas y llenan carteles de festivales en todos los rincones del planeta. Rock, pop, soul, electrónica y otros sonidos inclasificables compuestos de sauna en sauna o de lago en lago desbordan las fronteras de un país que pasa ocho meses al año a temperaturas bajo cero. En esta y las siguientes entradas, me dispongo a romper el hielo de todo aquello que no conocemos de las bandas que ha dado a luz, y sigue dando, la patria de Papá Noel. Hoy, Rubik:

“Es puro progressive-metal para la gente de hoy en día. O NuWave. O droga de calidad para aquellos con difícil acceso a la heroína. Rompedor.” Así describió en 2007 la revista Filter, el gran icono del indie norteamericano, el segundo álbum de estudio de la banda Rubik, Dada Bandits, lanzado el año 2009.
Dos años después de su debut, con el álbum Bad Conscience Patrol, el grupo finés había recorrido medio Occidente haciendo su propio tour. Entraron por la puerta grande, nada de teloneros ni apariciones de relleno en los escenarios secundarios de festivales. Su propio tour por Escandinavia, Canadá y Estados Unidos. La discográfica New Music Community lo vió muy claro cuando, en 2005, el viral People Go Missing colapsó la escena indie finesa. Nunca se había escuchado nada parecido, tan rápido y lento a la vez, de ritmos asfixiantes e infinidad de arreglos, voces corales y una variedad de instrumentos inusitada en una banda compuesta por sólo ocho adolescentes.

Sin publicidad excesiva, Rubik no tuvo dificultad en llenar todos los escenarios de su tour donde el público asistía a un espectáculo donde los artistas lo mismo rasgaban sangrantemente el bajo y la eléctrica que se ponían a dar palmas y cantar a capella, todo ello en un mismo tema. Grabaciones de agua, pájaros cantando, canto gregoriano, silbidos… Todo valía para componer y abrirse la puerta hasta las portadas más importantes de USA.

Por España sólo han pasado en dos ocasiones: Primavera Sound Festival 2011 y Gijón Intersecciones, presentando su tercer álbum de estudio, Solar. Ganador de todos los premios posibles en los países del Norte y calificado por Sue, la más importante publicación musical finesa, como “Un moderno tesoro nacional de Finlandia”, el álbum supone la madurez del grupo y puede, literalmente, llevarte del baile exaltado al llanto incontrolado en apenas segundos. Hay que escucharlo del tirón, como una novela: los sonidos son emoción pura, no atienden a fórmulas ni razones, tienen pasaje directo al corazón y, por ello, pasaje directo a encabezar esta serie de reportajes.

viernes, 22 de julio de 2011

Princesas del Indie

Con un pie en la música independiente y otro en el mainstream, las princesas del indie tienen siempre unas características definidas: una voz muy personal, juventud, cierta preferencia por las melodías tristes y los ritmos pausados, da igual de dónde sean. Adele, con su recién estrenado álbum 21 y su omnipresente tema Rolling in the deep es quizá la nueva promesa de este desfile de adolescentes tempranamente maduradas a golpe de lacrimales hipersensibles, con la inexplicable capacidad de sonar a la vez en Los 40 Principales y en RNE3.

Por suerte, tras sus romances con el público de masas, tarde o temprano acaban volviendo a los austeros pero cálidos brazos de la madre independiente, si es que no acaban en un centro de rehabilitación o dando un braguetazo. Eso sí, no hay que quitar mérito a su talento para poner los pelos de punta y los cristalinos húmedos, pero sobre todo, a sus siempre grandes voces. Hacemos un repaso a las princesas más sonadas:

Amy Winehouse
Con las más sinceras disculpas para Kathleen Ferrier, Amy Winehouse es posiblemente la contralto más famosa de la historia. Si se debe o no a su música, es otro cantar. De haber una candidata a reina entre tantas princesas, seguramente sería ella. Componiendo y desfilando con su guitarra por Camden Town desde los trece años, Amy dio el salto al mercado discográfico en 2003 con su álbum debut Frank, pero la fama le llegaría en 2006 con Back to Black, un profundo trabajo de soul y sonidos negros éxito de crítica y público. Para muchos la mejor voz de Inglaterra, y no seré yo quien lo discuta, Amy Winehouse trajo al siglo XXI el jazz, el soul y el espíritu de la Motown, que no es moco de pavo. Lástima que su cariño a la botella y otras sustancias creciera de forma directamente proporcional a su éxito y acabara de cavar su ya de por sí profunda tumba en su último concierto en Belgrado, el pasado 20 de junio, con un deplorable espectáculo ante los abucheos de 20.000 espectadores.

El tropezón: Rehab sonó hasta la saciedad en radios y televisiones, fue banda sonora de realities y películas de cuestionable talento y acompañó a su vez el relato de los excesos de la cantante en todos los medios.

La redención: Back to Black.

Lily Allen
Nacida en una familia que vivía del mundo del espectáculo, la vida de Lily parecía estar premeditada hasta el último detalle, y la joven no dudó en cumplir con las expectativas de un padre humorista, convirtiéndose en presentadora de la BBC, y de una madre productora, convirtiéndose en cantante. Su primer álbum, Alright Still, nació en 2006 al abrigo del éxito del soul de Winehouse. Si bien Allen no puede presumir de una voz grave y profunda, supo sacar partido a su dulzura y fragilidad y a sus coqueteos con el hip hop y consiguió colocarse instantáneamente en lo más alto de los carteles de los festivales. Como parece que no hay princesa sin polvos mágicos, Lily también acabó curioseando con las drogas a la vez que sacaba su segundo álbum, It’s not me, it’s you, además de haberse convertido en una joven mamá.

El tropezón: Smile, omnipresente, empalagosa, simplona y versionada por el elenco de Glee. ¿Alguien da más?

La redención: el cover de Everybody’s changing.

Carla Bruni
A pesar de ser una one hit wonder, ahora y siempre, y de que un mismo tema suponga su cumbre y su valle, no hay que menospreciar los intentos de aportar algo al mundo de la música de esta modelo, cantante, presentadora, actriz y, de paso, primera dama de Francia. No sabemos si alguien le habrá dicho que su carrera musical ha muerto, de hecho, insiste en sacar discos insípidos. Sea como sea, sólo por esa canción que todo el mundo sabe Carla Bruni dejó su marca en la música independiente, a pesar de haber sonado hasta el hastío en montajes de bodas y anuncios de café.

El tropezón: cualquier cosa antes, durante y después de Quelqu’un qui m’a dit.

La redención: Quelqu’un qui m’a dit.

Russian Red
Paradigma de las princesas, Lourdes Hernández, madrileña, empezó cantando a los 16 años en el metro. Si hay algo más indie que eso, que baje Cobain y lo vea. Quién le iba a decir a aquella adolescente que años después tendría un contrato con la Warner y realizaría una gira internacional con dos discos a sus espaldas. El primero, I love your glasses, lo grabó en 2008 compaginándolo con sus estudios de Traducción e Interpretación, y se convirtió en un must del ambiente gafa-pasta. Sin embargo, su single Cigarretes debió de descargarse por error en el Ares de algún trabajador de Sol Música y al poco tiempo estaba sonando en todas los top-ten de la península. De allí, al contrato nacional con la Warner, a las bandas sonoras de medio cine español y a que el séquito de modernos que la subió al pedestal comenzara a escupir pestes de su obra. Desapareció con su guitarra durante un año y, a la vuelta, sorpresa. Lourdes no había perdido el tiempo y se convertía en la principal apuesta internacional de su discográfica con su segundo álbum, Fuerteventura, cambiando la filial española por colaboraciones, en el tiempo y el espacio, con el mismísimo Elvis.

El tropezón: Cigarretes, sí, es bonita. Pero quien diga que no la ha aborrecido miente, esta canción ha acabado con más fumadores que la ley antitabaco.

La redención: Everyday, everynight

Lykke Li
Hija de una pintora y un músico suecos, Lykke Li pasó su infancia a caballo entre Lisboa, Rabat, Nepal y la India. Todo un campo de cultivo para hipsters. A los diecinueve años decidió independizarse y, claro, no había mejor sitio que Brooklyn. Cuando ya se había comprado suficientes camisas de cuadros, decidió mudarse a Sodermalm, en su país natal, y grabar su álbum debut en 2008, Youth Novels. Consiguió colocar su tema Everybody but me en el precioso recopilatorio Thank You For The Music, y a ello le siguió el siguiente disco: Wounded Rhymes. Si bien nunca ha tenido un tema exageradamente comercial, más bien su carácter y estilo le han brindado presencia más allá de los escenarios indie.

El tropezón: El plus-quam-melancólico tema Tonight se repite una y otra vez allá donde hay un documental triste que inculcar, una noticia deprimente o un drama romántico.

La redención: Get some.


Anni B Sweet
Malagueña, arquitecta de profesión y música de vocación, Ana López, conocida como Anni B Sweet, compuso su primera canción con su guitarra española a los 9 años. Desde entonces no dejó de lado el mundo de la canción hasta conseguir alzarse en 2008 con el premio Mondosonoro a la mejor maqueta. De allí todo fue en alza: edición del álbum Start, Restart, Undo, actúa como telonera del mítico Antonio Vega, éxito de su single Motorway, y de ahí a su propia gira que la llevaría a lo largo de 2010 por toda Europa y el otro lado del Atlántico, convirtiéndose en princesa del indie, pero reina del acústico.

El tropezón: su cover de Take on me, de A’ha, fue escogido para hacer compañía a las vacas del idílico anuncio de McDonald’s de 2010.

La redención: Capturing images.

Lena Meyer-Landrut
Haciendo el camino inverso, la alemana Lena nació en el mainstream, participando, sin ir más lejos, en una especie de Operación Triunfo germano, y no sólo llegó a la orgásmica cima de todo triunfito, representando a su país en Eurovisión con el tema pseudo-indie Satellite, sino que se llevó el premio y, de paso, se lió con el ganador del año anterior y montó una fiesta-orgía-batalla campal con alcohol y drogas, desnudo robado por la prensa y escándalo mediático incluidos. Pero por lo visto, la joven de 18 años no había roto aún suficientes tabúes del casposo festival, así que regresó un año después, con una voz mucho más trabajada, un aspecto femme fatale, un tema de inusitada calidad para lo que la UER acostumbra, y con cara de “Esto me la suda”. Ofreció un espectáculo elegante sin preocuparse por los twelve points y con ello se despidió del mainstream para mostrar su capacidad artística en su álbum Good News.

El tropezón: participar en Eurovisión, que no es poco, y ganarlo, que no es menos.

La redención: Taken by a stranger.


Beth Ditto
Mary Patterson, conocida como Beth Ditto, desempeñó su mejor papel en la música durante su pertenencia como vocalista al grupo The Gossip, entre 1999 y 2009, publicando tres álbums. Su voz ha sido calificada como la mejor voz femenina de los EEUU y gracias a esta fama se ha convertido en una de las principales embajadoras en Norteamérica de la causa LGTB. Si bien su aspecto no puede ser calificado de frágil y adolescente como el de sus compañeras de título, su voz, potente, al borde de la rotura, la convierte en la princesa más carismática. Fue en 2010 cuando empezó su carrera en solitario y se arrimó, con su EP I wrote the book a los mercados comerciales, aunque no ha calado muy hondo y todo parece apuntar que en su próximo álbum de estudio, previsto para finales de 2011, intentará explotar el tirón del mercado homosexual.

El tropezón: Good night, good morning. Un mal intento de entrar al mundo de la música electrónica.

La redención: Heavy Cross.


Si bien son solo una pequeña muestra, todas estas artistas pertenecen a un fenómeno plagado de vestidos a flores, moños altos y gafas Ray-Ban, posados con guitarras y bicicletas, fotos veladas y melodías tristes que seguirá dando sus frutos además de un contrapunto ligero al pesado mundo del indie.

viernes, 20 de mayo de 2011

Kitsuné: el zorro que revolucionó el indie

Es muy posible que la palabra japonesa Kitsuné no te diga nada. Sin embargo, si oyes The Drums, Crystal Castles, Phoenix o Two Door Cinema Club seguro que te lanzas a enterarte de su próximo concierto. Y te preguntarás, ¿qué tienen en común los cuatro grupos y qué tienen que ver con los nipones? Pues bien, Kitsuné Maison, conocida simplemente como Kitsuné, es la pequeñísima discográfica británico-francesa que ha dado a luz a los cuatro grupos nombrados y a otros muchos que habrás escuchado, y que está revolucionando la forma de vivir el indie mediante ropa, cuadros e incluso series de televisión.

Sin embargo, Kitsuné es mucho más que un negocio discográfico: es una agencia de diseño gráfico y un taller textil, además de una tienda digital con una sucursal en París. La idea nació en 2002 en un viaje a Japón de sus fundadores, Gildas Loäec (productor musical de Daft Punk, sin ir más lejos) y Masaya Kuroki, estudiante de arquitectura que soñaba con diseñar moda. En Japón la cultura otaku relaciona todos los aspectos de la moda en uno sólo, frente a la disociación tradicional de Occidente. De este modo, los ideólogos concibieron crear un sello que agrupara la música, el arte y la ropa en Europa.

Al volver al viejo continente, Loäec entró en contacto con la empresa londinense de diseño Åbäke y el proyecto gustó tanto que la entidad se fusionó con la nueva idea y tras un embarazo sorprendentemente corto, dieron a luz el proyecto. Fue sencillo: venderían en Internet, trabajarían con artistas independientes e innovadores y nunca impondrían un criterio. Libertad absoluta, cero intermediarios. Escogieron tal nombre porque en japonés significaba zorro, un animal que la cultura nipona considera capaz de mutar su aspecto en relación a las circunstancias. De eso trataba Kitsuné, de diseñar un estética que se acomodara a la música.

A lo largo de su primer año de vida, Kitsuné mantuvo audiencias con infinitud de grupos británicos que querían mostrar su obra. El resultado fue un primer álbum recopilatorio con 12 canciones de distintos grupos que no tenían nada que ver entre sí, Kitsuné Love, una muestra heterogénea de la música underground inglesa del momento que no llevó a ninguna parte. Sin embargo, y quizá sin saberlo, la discográfica había creado su modo de trabajo hasta la actualidad: escuchar muchas propuestas, escoger entre diez y quince, y lanzar un recopilatorio anual a modo de ‘globo sonda’. Los grupos no cobraban nada, pero tenían la posibilidad de lanzar un tema al público y, si gustaba, conseguir un contrato con Kitsuné. Si no, al menos alguien los escucharía. Cabe decir que la empresa tampoco sacaba gran beneficio.

Pasaron los años, meses de diseño y creatividad y en 2004 Kitsuné encontró su sonido: ellos lo llaman electronic indie rock, tú llamalo como quieras, pero está claro que es reconocible a la primera escucha. Simian, Digitalism y Boys Noize fueron las primeras estrellas que, mediante su segunda compilación, Kitsuné trajo al mundo.

A partir de entonces todo fue cuesta arriba: Loaëc viajaba por Europa en busca de grupos con un pié en el rock y otro en la electrónica mientras Masaya se inspiraba en dicha música para coser sus propias prendas. Por otro lado, los componentes de Åbäke ampliaban y mejoraban la web, convirtiéndola en uno de los primeros sitios de descarga gratuita y legal de música del mundo, y preparaban la apertura de su tienda en pleno centro de la capital francesa: ropa artesana y elegante, de estilo vintage, fuera del alcance de muchos bolsillos, pero que sentaron un referente para la moda que hoy en día fabrican en masa franquicias como Zara o H&M.

Con su tercera compilación, vieron la luz The Klaxons y Alex Gopher y con la cuarta, Dragonette y Crystal Castles. La empresa se había consolidado, especialmente en el ámbito de las discotecas underground londinenses, pero entonces llegó una ocasión inesperada, su salto a las masas: Channel 4, una televisión británica, preparaba una serie juvenil y pidió a la discográfica la elaboración de la banda sonora. En principio no parecía el negocio del siglo, sino fuera porque la serie batió records de audiencia, está grabando actualmente su sexta temporada y ha sido exportada a decenas de países. Hablamos de Skins, la serie desde la que los mismísimos Crystal Castles saltaron a los festivales.

El contrato con la productora de Skins se mantuvo e incluso amplió. Los protagonistas vestían también los modelos diseñados por Masaya y el negoció se amplió a otra serie de éxito de los mismos creadores: Misfits. El siguiente recopilatorio recogió los primeros temas de The Teenagers y autoKratz, llevó a un contrato con la rapera M.I.A. y con el dj sueco Fischerspooner, además de lanzar al mundo discográfico a una entonces inocente Yelle.

El lanzamiento anual de la compilación de Kitsuné se convirtió en un evento de máxima expectación porque marcaba el camino por el que andaría la música independiente durante los siguientes meses y la banda sonora de las series cobró tanta importancia como sus argumentos, pues en ella se podía descubrir al siguiente grupo de éxito. La Roux, We Have Band y Delphic saltaron a los escenarios en 2007, y Two Door Cinema Club, The Drums y Crookers sólo un año después. Entonces llegó el boom del indie y la ropa vintage se puso de moda. No había hipster en París que no llevara un polo con el zorro de Kitsuné grabado en el pecho.

En sus últimos años han dado luz verde a Hurts y los navarros Crystal Fighters, así como a contratos de colaboración con Hot Chip, Foals y Cut Copy, entre muchos otros. Cada vez el creciente ambiente alternativo y festivalero de la música se identifica más con este sello, de medios reducidos y prácticamente digitales, que ha conseguido colar a sus grupos en todos y cada uno de los festivales europeos de música indie de los tres últimos años.

Hace apenas unos días que sacaron su propia línea de calzado y, lo que es mejor, que salió su onceavo recopilatorio, subtitulado The Indie Dance-Issue, con 17 grupos y, aunque desde la misma discográfica parecen apostar fuerte por Is Tropical, hay otras muchas propuestas interesantes entre las que pueden estar el futuro del ‘electronic indie rock’. ¿A qué esperas? ¡Escúchalo!

domingo, 8 de mayo de 2011

Cuando la humildad se sube al escenario

Más de veinte instrumentos en un escenario que van a ocupar cinco personas (guitarras, mandolinas, ukelele, wurlitzer, acordeón, piano, banjo, violín, flauta dulce…). Un nuevo EP del que se ha escuchado nada o casi nada pero que el público va a bailar más que los temas archiconocidos. Expectación ante el que, se supone, es el grupo con mayor y mejor técnica del panorama nacional. Son Hola A Todo el Mundo y su directo es, sin ir más lejos, como si una sinfónica se hubiera dedicado a la psicodelia y el folk.

HATEM son una banda madrileña con muchos años de historia, que publicó el pasado 3 de mayo un adelanto de su segundo trabajo, Estela Castiza, y que despertó el interés del Primavera Sound cuando aún sólo tenían tres pistas en MySpace. Su sonido remite a la música aborigen y amerindia, y sus actuaciones se caracterizan por la pulcritud, premeditación y puntualidad de cada uno de los movimientos que hacen sobre el escenario.

Abrieron su concierto en el pasado Festival SOS 4.8 con Hatem Prayer Team, su tema más mítico, y se lanzaron de cabeza a presentar sus nuevas obras. Frente a la nostalgia que respiraba su primer álbum, el nuevo refleja el lado optimista y festivo de la vida. Los ritmos son más rápidos y sincopados e incitan al público a saltar y bailar como si conocieran los temas de toda la vida a pesar de que aún no se habían publicado. El salto al castellano les sienta como una ola de agua fresca y da más protagonismo a un coro de voces más que afinado que en ocasiones llegan a acompañar innovadores sonidos electrónicos.

Sin embargo, lo que más sorprende es ver la actitud de los componentes del grupo. Ataviados como una tribu de indígenas coloridos, sonríen ruborizados ante los piropos gritados por el público, se sorprenden cuando se deja ver entre las cabezas una bandera del grupo y preguntan incrédulos “¿De dónde la habéis sacado?", y hasta entre canción y canción preguntan a los asistentes, en una relación de igual a igual, si habían visto el día anterior a Arizona Baby y les comentan que “qué morro” tenían por poder asistir a un festival de tales dimensiones. Un festival que, en realidad, le queda pequeño a un grupo de gente virtuosa, trabajadora y ambiciosa destinada a hacer grandes obras, como Maestra Alegranza, obra madura con la que cierran el concierto y abren el futuro de la música.

miércoles, 27 de abril de 2011

The Kills maduran musical y sexualmente

El grupo permanece en su linea: esa extraña mezcla de soul y punk con sabor a garage quinceañero que los hace tan identificables. Su cuarto álbum, Blood Pressures, es, sin embargo, más desnudo y minimalista que los anteriores. Y no es lo único que suena desnudo, la voz de Alison Mosshart acaricia salvaje y sexualmente los sentidos. Salvajes lo fueron desde 'Keep on your mean side', pero ¿sexuales? Nunca tanto. Prácticamente se respira la excitación carnal al escuchar DNA, y Satellite arrastra a una especie de orgasmo ahogado, asfixiante, primitivo. Como joya del disco, recordando al Black Balloon de Midnight Boom: The last goodbye. Anacrónica, aislada, aparentemente incoherente y, sin embargo, hay algo que la enlaza al resto a pesar de su melodía de piano, su espíritu de cine clásico y la voz nada quebrada de Alison: la sexualidad. Esta vez lenta, de despedida, de la madurez que el sonido del grupo ha alcanzado. Volver a lo más simple, para impresionar. Así ha decidio actuar The Kills y, desde luego, ha sido un acierto. Ya no recurren tanto a los ritmos sincopados ni a las prisas que evitaban, en algunos momentos, evitar pensar en el conjunto de sus temas. El nuevo álbum evoluciona lentamente y se pueden escuchar nuevas facetas del guitarrista británico Jamie Hince, más oscuras y con ecos que suenan a The Clash puesto a cámara lenta, apreciable, sobre todo, en Heart is beating drum y You don't own the road. Y para oirle cantar, se atreve a hacer un pequeño intento con Wild Charms, un minuto y quince segundos de respiro entre tanto ajetreo instrumental.

En resumen y, sin duda, uno de los discos más recomendables de este abril.

lunes, 11 de abril de 2011

Crystal Fighters rompe los altavoces en la Wah-Wah

Pero no literalmente. Y es que ya estábamos avisados desde Barcelona. Las redes sociales corrieron más que el grupo y antes de que llegaran a Valencia los asistentes ya sabían que iban a asistir a un directo depredador, rápido y mucho más agresivo que el álbum.

Con veinte minutos de retraso, Gilbert (bajo) y Graham (teclado) subieron al escenario ya descamisados, anunciando la espiral de calor en la que iban a entrar los asistentes de una sala abarrotada. Acallados los gritos histéricos de un público heredero, a partes iguales, de Woodstock y de Iggy Pop, comenzaron los primeros acordes de Solar System, primer tema del álbum, y de pronto, sin esperarlo, el batería incurrió en el tema como un intruso, dándole más ritmo, más vida, más velocidad. El público comenzó a saltar ajeno a la subida de Sebastian y Laure, vocalistas, al escenario. "Pais Vasco to San Francisco"... y es que, aunque en el escenario el castellano sólo lo chapurrean, ellos insisten: son navarros (criados en Londres) y lo demostraron en su repertorio tocando la txalaparta y otros instrumentos del folklore vasco.

Como era de esperar, Xtatic Truth no fue el segundo tema, aunque el resto del repertorio siguió religiosamente el orden del álbum. Si I Do This Everyday es su tema más gamberro y punk, cercano a la electrónica asfixiante de Crystal Castles, en directo rozaba la histeria musical, el éxtasis bailable. Cuando llegó el turno de la emblemática I Love London, que les valió el abrazo de la discográfica Kitsuné y su salto a la fama tras aparecer en la BSO de la serie británica Skins, la voz principal fue sustituida, pues Mimi ya no viaja con el grupo, por la de Sebastian, que le dió así un toque más primitivo al tema, más acorde con el espectáculo descarado que estaban dando, y que apelaba a los instintos más básicos del ser humano.

Para cerrar el concierto, como no, el tema favorito del grupo: At Home, quizá su mejor letra hasta ahora, entre los trabalenguas de la cultura popular y la literatura de Joyce, la voz de Laure parecía desaparecer entre los instrumentos, más cristalina y débil que nunca, pero ¿y si era a propósito? Los londinenses no hicieron guiños a su lado tierno, si es que lo tienen: tras esa sonrisa elegante se esconde una protesta hecha acordes. Niños modelo en portada, delincuentes juveniles en el escenario.

Dieron las gracias, apagaron luces, abandonaron el escenario y en la sala se hizo un silencio que poco a poco fue rompiendo el murmullo del público, que se fue elevando hasta un grito conjunto y perfectamente coordinado que decía ¡XTATIC TRUTH! Y vaya si volvieron. Un sólo tema que condensó toda la hora anterior, toda su filosofía, todo su gamberrismo electrónico. La Wah-Wah tardará tiempo en ver un final de concierto igual de explosivo.