miércoles, 27 de abril de 2011

The Kills maduran musical y sexualmente

El grupo permanece en su linea: esa extraña mezcla de soul y punk con sabor a garage quinceañero que los hace tan identificables. Su cuarto álbum, Blood Pressures, es, sin embargo, más desnudo y minimalista que los anteriores. Y no es lo único que suena desnudo, la voz de Alison Mosshart acaricia salvaje y sexualmente los sentidos. Salvajes lo fueron desde 'Keep on your mean side', pero ¿sexuales? Nunca tanto. Prácticamente se respira la excitación carnal al escuchar DNA, y Satellite arrastra a una especie de orgasmo ahogado, asfixiante, primitivo. Como joya del disco, recordando al Black Balloon de Midnight Boom: The last goodbye. Anacrónica, aislada, aparentemente incoherente y, sin embargo, hay algo que la enlaza al resto a pesar de su melodía de piano, su espíritu de cine clásico y la voz nada quebrada de Alison: la sexualidad. Esta vez lenta, de despedida, de la madurez que el sonido del grupo ha alcanzado. Volver a lo más simple, para impresionar. Así ha decidio actuar The Kills y, desde luego, ha sido un acierto. Ya no recurren tanto a los ritmos sincopados ni a las prisas que evitaban, en algunos momentos, evitar pensar en el conjunto de sus temas. El nuevo álbum evoluciona lentamente y se pueden escuchar nuevas facetas del guitarrista británico Jamie Hince, más oscuras y con ecos que suenan a The Clash puesto a cámara lenta, apreciable, sobre todo, en Heart is beating drum y You don't own the road. Y para oirle cantar, se atreve a hacer un pequeño intento con Wild Charms, un minuto y quince segundos de respiro entre tanto ajetreo instrumental.

En resumen y, sin duda, uno de los discos más recomendables de este abril.

lunes, 11 de abril de 2011

Crystal Fighters rompe los altavoces en la Wah-Wah

Pero no literalmente. Y es que ya estábamos avisados desde Barcelona. Las redes sociales corrieron más que el grupo y antes de que llegaran a Valencia los asistentes ya sabían que iban a asistir a un directo depredador, rápido y mucho más agresivo que el álbum.

Con veinte minutos de retraso, Gilbert (bajo) y Graham (teclado) subieron al escenario ya descamisados, anunciando la espiral de calor en la que iban a entrar los asistentes de una sala abarrotada. Acallados los gritos histéricos de un público heredero, a partes iguales, de Woodstock y de Iggy Pop, comenzaron los primeros acordes de Solar System, primer tema del álbum, y de pronto, sin esperarlo, el batería incurrió en el tema como un intruso, dándole más ritmo, más vida, más velocidad. El público comenzó a saltar ajeno a la subida de Sebastian y Laure, vocalistas, al escenario. "Pais Vasco to San Francisco"... y es que, aunque en el escenario el castellano sólo lo chapurrean, ellos insisten: son navarros (criados en Londres) y lo demostraron en su repertorio tocando la txalaparta y otros instrumentos del folklore vasco.

Como era de esperar, Xtatic Truth no fue el segundo tema, aunque el resto del repertorio siguió religiosamente el orden del álbum. Si I Do This Everyday es su tema más gamberro y punk, cercano a la electrónica asfixiante de Crystal Castles, en directo rozaba la histeria musical, el éxtasis bailable. Cuando llegó el turno de la emblemática I Love London, que les valió el abrazo de la discográfica Kitsuné y su salto a la fama tras aparecer en la BSO de la serie británica Skins, la voz principal fue sustituida, pues Mimi ya no viaja con el grupo, por la de Sebastian, que le dió así un toque más primitivo al tema, más acorde con el espectáculo descarado que estaban dando, y que apelaba a los instintos más básicos del ser humano.

Para cerrar el concierto, como no, el tema favorito del grupo: At Home, quizá su mejor letra hasta ahora, entre los trabalenguas de la cultura popular y la literatura de Joyce, la voz de Laure parecía desaparecer entre los instrumentos, más cristalina y débil que nunca, pero ¿y si era a propósito? Los londinenses no hicieron guiños a su lado tierno, si es que lo tienen: tras esa sonrisa elegante se esconde una protesta hecha acordes. Niños modelo en portada, delincuentes juveniles en el escenario.

Dieron las gracias, apagaron luces, abandonaron el escenario y en la sala se hizo un silencio que poco a poco fue rompiendo el murmullo del público, que se fue elevando hasta un grito conjunto y perfectamente coordinado que decía ¡XTATIC TRUTH! Y vaya si volvieron. Un sólo tema que condensó toda la hora anterior, toda su filosofía, todo su gamberrismo electrónico. La Wah-Wah tardará tiempo en ver un final de concierto igual de explosivo.