martes, 27 de marzo de 2012

Arrugas de colores

A partes iguales vieja y colorida, esto es lo que me inspiró la Capital Europea de la Cultura 2011, Tallín.







lunes, 26 de marzo de 2012

Más allá de Florence IV

Y para acabar esta ronda de artistas que bien podrían ocupar el lugar de Florence Welch, la también británica Anna Calvi. Ya desde pequeña gustaba de escuchar a Maria Callas, Nina Simone y Edith Piaf, encerrándose en su habitación durante horas para imitarlas. Cuando llegó el momento de entrar en la Universidad, Anna cambió drásticamente de su priemra opción, un grado en Artes, al conservatorio musical. Se graduó como violinista y pocos años después se volvió una virtuosa de cualquier instrumento de cuerda.



La británica lanzó su álbum debut, homónimo, en 2011 y fue rápidamente nominada a los prestigiosos Mercury Music Prize  y los BRIT Awards. Aunque no ganó ninguno de los dos, se dió a conocer en su país y más allá de sus fronteras, alcanzando el número uno de las listas en Francia, Austria o Suiza. Aunque se define como seguidora de Jimi Hendrix y Elvis Presley, su estilo es mucho más clásico y orquestal. Las guitarras apenas se oyen en sus versiones de estuido, aunque en directo la toca ella misma para dar un nuevo sonido a su música. A inicios de 2012 su sello Domino Records lanzó en America el single Blackout, su tema más movido, para introducirla en el mercado, y por el momento está siendo un éxito al otro lado del atlántico.

Anna Calvi quedó como finalista en los pasados Sound of 2011 de la BBC.

domingo, 25 de marzo de 2012

Más allá de Florence III

Más juvenil y accesible que Zola Jesus y Ane Brun, I Am Harlequin es el nombre artístico de la alemana Anne Freier. Nacida en la República Democrática Alemana, Anne no podía escuchar más que música clásica, pero su padre conseguía casettes de forma ilegal con las nuevas tendencias del mundo occidental, poniendo en riesgo su integridad. La misma Anne reconoce que para ella, tras una vida de Prokofiev y Tchaikovsky, fue muy impresionante escuchar por primera vez a Kate Bush. Tras la caida del muro de Berlín, la familia se mudó a Londres, donde Anne iniciaría sus estudios en una escuela profesional de música.


Tras una adolescencia dedicada al folk, la artista dió un giro en su estilo y creó el alter ego I Am Harlequin, con un sonido mucho más coral y subordinado en su mayor parte a la percusión. Además de lanzar sus propias creaciones por la red, Anne se dedicó a remezclar a otros artista. Su versión del Don't stop me now de Queen recibió unas muy buenas críticas y le brindó el contrato con Foster the People y Alicia Keys para elaborar los remixes de sus temas.

Anne Freier graba en su propio estudio editando simplemente con un ordenador, y aunque aún no ha lanzado su primer álbum completo, el pasado octubre lanzó un primer EP con los temas The King's Daughter y The Liberty. Ambos sencillos fueron un éxito de descargas, seguidos por el tema Wild One lanzado el pasado 12 de marzo y que entró a formar parte de la BSO de la exitosa serie británica Skins.

Próximo: Anna Calvi

sábado, 24 de marzo de 2012

Más allá de Florence II

Si Zola Jesus te parece demasiado oscura y depresiva para tu gusto, quizá Ane Brun sea la respuesta. Con la voz más clara y con un claro protagonismo en todo su trabajo, la noruega publicó su primer álbum de estudio en 2003, Spending time with Morgan, donde jugaba con el pop lento y la balada más tradicional a base de pianos y guitarras de acordes simples. Aun así, la potencia de su voz era ya predecible. Dos años más tarde publicaría A temporary dive, album más lento incluso pero donde los acordes se complicaban y entraban en juego intrumentos propios de la orquesta, como el violín, el cello o el harpa, que se instalarían para siempre en su estudio. Y es que el principal mérito de la artista es que con tan sólo 27 años estaba componiendo sus canciones, editándolas y postproduciéndolas ella misma en su propio estudio en Estocolmo.



La artista llegó a Suecia en 2001 tras vivir a medio caballo entre Bergen y Barcelona, estudiando, entre otras cosas, filología hispánica, lengua que demuestra dominar en canciones como Alfonsina y el mar, triste baladda próxima al aria sobre la pérdida del ser amado. Y en 2008 llegó su salto al cielo de la música independiente con Changing of Seasons que, aunque no arriesgaba especialmente en el apartado instrumental, hacía varios loopings y saltos mortales en el vocálico, recibiendo menciones en toda la prensa internacional, incluida la revista Time, y excelentes críticas que llevarían a su mejor y último trabajo: It all starts with one (2011).

Con canciones en inglés, noruego, español e italiano, lo que importa no es el idioma sino la voz de soprano llevada al mundo del sencillo. Los instrumentos son apenas meros compañeros débiles de una demostración constante de fuerza y pureza vocal, pero relaja los sentidos y puede acompañar ocasiones más lentas que las que requiere Florence + The Machine.

Próximo: I Am Harlequin

viernes, 23 de marzo de 2012

Hay vida más allá de Florence

Sí, todos estamos de acuerdo, Florence + The Machine es una máquina, como su propio nombre indica, de hacer buena música, incluso en directo. Pero Florence Welch no es la única con una voz torrencial y un estilo innovador. Si ya has devorado su último álbum Ceremonials y no puedes esperar para más contenido, te recomiendo leer esta serie de artículos dedicados a no tan conocidas, pero no por ello menos talentosas, artistas:

Zola Jesus
Nacia como Nika Roza Danilova en medio de un bosque de Arizona en 1989, Zola Jesus pasó su infancia alejada de cualquier otro niño excepto su hermano, sin televisión ni acceso a ninguna otra conexión con el mundo exterior. Quizá por ello leyó desde tan joven a filósofos y clásicos de la literatura, como Émile Zola, y dio pie a su obsesión por la ópera. Tras estudiar solfeo durante 9 años, perdiendo la voz varias veces debido a lo mucho que se exigía a sí misma, Zola Jesus se mudó a Wisconsin, donde empezó sus estudios de filosofía y filología francesa, y coqueteó por primera vez con el rock y la electrónica.

 
Tras subir sus primeros trabajos, grabados por ella misma en su vivienda, a su MySpace, The XX la contrató como telonera en su gira europea y de ahí al primer álbum de estudio con Sacred Bones Co.: The Spoils. El álbum resultó de un sónido muy oscuro, donde la voz se perdía a favor de sonidos caóticos, no sólo instrumentales. Zola Jesus reconoció, ante las pocas críticas negativas, que quizá había leido a Nietsche y Dostoievsky demasiado joven y ahora se reflejaba en su música. Y es que, como estudiante de filosofía, Zola Jesus siempre ha manifestado una idea situacionista, donde el arte debe de significar cosas y puede ser vivido, no sólo percibido por los sentidos.

Para su siguiente álbum se inspiró en la película de los 70 The Visitor, un mal drama de terror estadounidense, y el álbum resultó más oscuro que la película: Stridulum II (2010). El primer tema, Night, es una joya. Para el siguiente álbum, y es que trabaja a todo vapor, advirtió que se inspiraría en Schopenhauer y el existencialismo, y el resultado no podría ser más depresivo y, a la vez, impresionante. Conatus (2011) es, sin duda, su mejor trabajo, y era dificil superar a los anteriores.

Próximo: Anne Brun

miércoles, 21 de marzo de 2012

Fotografía made in @HerrTalot

Esta sección la dedico a aquél material que crea rescatable de entre mis muchos carretes muertos. Como primera muestra, estas tres fotos de mi viaje al sur marroquí hace ahora un año:

Desierto de Zagora, abril 2011.
Ouarzazat, abril de 2011.

Desierto de Zagora, abril de 2011.

martes, 20 de marzo de 2012

La mochila definitiva

Desde que fue fundada en 1960, Fjällräven ha destacado por ser una casa marcada por la responsabilidad social, cultural y medioambiental. Originalmente, y aún hoy en día en mayor grado, fundada como una marca de ropa deportiva para las bajas temperaturas escandinavas, la empresa sueca acabó haciéndose famosa por un simple diseño convertido hoy en objeto de culto: la mochila Kånken.
Versión mini, por 29'95€
En 1977, el gobierno sueco encargó a varias empresas el diseño de una mochila que solucionara los problemas de espalda de los niños en edad escolar. Como resultado de dicho encargo, Fjällräven produjo esta pequeña y simple mochila. Ahora, treinta y cinco años después, la empresa celebra el éxito de la mochila lanzando una nueva versión en dos colores que incluye un bolsillo acolchado para ordenadores portátiles. El modelo no ha cambiado en absoluto, y sigue contando con su famoso reflector con el zorro ártico impreso en rojo y con sus graciosas asas para llevarla a modo de bolso de mano.

Aunque parece un producto infantil, en Escandinavia lo llevan todos los jóvenes. Sus principales bazas: materiales impermeables e hiperduraderos (la empresa misma anuncia la mochila como un accesorio a pasar de padres a hijos, garantizando hasta 30 años de uso), precio módico (en torno a los 50€) y el hecho de que, por su sencillez, combine con casi todo.

                               


Un clásico reeditado, y además ahora disponible en modelos color block. Recuerda que además de adquirir un gran complemento para tus estilismos más urbanos e informales, Fjällräven no utiliza mano de obra barata en países subdesarrollados, como la mayoría de productos de culto en el mundo de la moda, que gran parte de sus ganancias se destinan a la protección de parques naturales suecos y al desarrollo de mejoras en el sistema educativo, y que tiene una labor más que activa en la protección del zorro ártico (fjällräven, en sueco) especie en peligro de extinción.

domingo, 18 de marzo de 2012

Melancholia, existencialismo para el siglo XXI

Muchos lo criticarán y no seré yo quien les quite la razón y el derecho, pero sí quien salga en su defensa. Lars von Trier, por mucho que ahora se haya puesto de moda llamarlo nazi y criticarlo por sus poco acertadas declaraciones, ha removido muchas más consciencias y abierto mentes con su cine que algunos premios Nobel de la Paz.

Todos los genios se contradicen, y supongo que por ello Dogville (2003) hace mucha más critica social izquierdista, más profunda y acertada, en 170 minutos que toda la prensa progre española en treinta años. Si aún no la habéis visto, buscadle un hueco alguna noche. Y por mucho que le juzguen de misógino, desde la insoslayable Selma (Dancer in the Dark, 2000) hasta la indigerible protagonista de Antichrist (2009), todas las estrellas de von Trier me parecen mujeres autosuficientes, fuertes y más que admirables.

Pero ahora toca hablar de Melancholia, para mí la mejor película del ya acabado 2011. Melancholia no nos engaña, no es Hollywood y no, no hay héroes que salvan la película en los últimos veinte minutos para que salgamos del cine con una sonrisa. Melancholia te hará salir del cine con el estómago revuelto, y eso es algo que sólo hacen los films que de verdad tratan al ser humano. La película niega la creencia social en que el progreso y la ciencia nos salvarán de cualquier catástrofe, niega nuestra superioridad y, se podría decir, niega hasta la existencia de la felicidad. Al fin y al cabo, ¿qué harías tú si un planeta fuera a estrellarse hoy contra la Tierra?

Trier emula el Ophelia de Millais, poesía cinematográfica.
El argumento
Como en un ensayo de su compatriota Kierkegaard, von Trier nos cuenta el drama interno de dos mujeres opuestas, dos hermanas que viven de espaldas a la otra, en dos partes claramente diferenciadas. En primer lugar, Justine, interpretación cumbre de Kirsten Dunst, una mujer triunfadora y destacable, se da cuenta de su vacío interior en el momento en que consigue todo lo que quería en esta vida, o todo aquello que nos dicen que debemos conseguir. Durante esta primera parte, vemos como una situación familiar idílica va deshaciéndose debido a todos los hilos escondidos que conforman el tejido de la formalidad. Como ya hiciera en Dogville, von Trier deshila dicho tejido y nos enseña la hipocresía, la confrontación de poderes y las ambiciones cumplidas y perdidas de los miembros de la sociedad hasta conducir a Justine a la inapetencia, el hastío y la desolación por mucho que intente buscarse a sí misma ajena a su propio banquete de bodas.


En la segunda parte, Claire, encarnada por Charlotte Gaingsbourg, que repite a pesar de la supuesta dureza de filmar con el danés, demuestra a la mujer correcta. Aquella que cumplió con lo que la sociedad esperaba de ella, se casó y tuvo un hijo, y ahora ha de luchar por mantener todo ello porque lo que la sociedad nunca le predijo, el fin del mundo, se acerca irremediablemente. Su marido, en un intento de controlar su histeria creciente, la consuela con la infalibilidad de las explicaciones científicas. Pero la ciencia se equivoca y Melancolía se sigue acercando a la Tierra. Mientras tanto, Justine sigue ajena a todo, pues ha perdido la inocencia y, con ello, el único acceso a la felicidad, como demuestra al mantener a su sobrino en un falso mundo mágico, pero feliz, hasta el momento de su muerte.

Melancholia e Ingmar Bergman
Una de mis películas favoritas es Persona (1966), y no puedo evitar ver en Melancholia un reflejo de aquello que ya descubrí en el maravilloso film sueco. Las protagonistas y la estructura casi coinciden: una imponente mujer rubia frente a una imponente mujer morena, aunque en este caso los papeles están cambiados. Alma, la rubia, es la mujer que cumple sin cuestionar con todo aquello que se espera de ella, mientras Elisabeth, una famosa actriz, enmudece por propia voluntad harta de las convenciones sociales.

Mientras Justine trastoca la vida de Claire con su actitud, Elisabeth lleva al borde de la locura a Alma con su silencio condescenciente. En ambos casos las trastornadas parecen haber descubierto una realidad oculta al resto, la intranscendencia de la vida, el vacío existencial, mientras sus compañeras enloquecen al buscar todos los modos posibles de negarse a sí mismas esa idea nihilista, existencialista y reduccionista. En las dos películas encontramos también sendas partes diferenciadas: von Trier separa estas partes con una sobreimpresión, mientras Bergman lo hace con un largo y molesto desenfoque de la cámara.

Mientras los primeros minutos de Melancholia son retablos en movimiento, pura belleza cinematográfica y metáfora del resto del film, en Persona nos enfrentamos a unas escenas aparentemente inconexas, precedidas por el encendido del proyector, que sintetizan las ideas básicas del director y nos recuerdan que, al fin y al cabo, la películas es una mentira, es intranscendente como la vida misma y al final volveremos a ver como el proyector se apaga, dejando las ambiciones, sueños y vida de los protagonistas en nimiedad, así como Melancolía vuelve inútiles nuestras vidas al devorar la Tierra.

La moraleja
Las primeras imágenes del film son pura poesía, arte repleto de contenido, el contenido que le falta al resto de la película y que, como tal, hay que suplir con dialéctica. Los diálogos, de hecho, reflejan ideas filosóficas muy profundas, por ambas partes enfrentadas, aunque acabe venciendo el existencialismo de Justine

La película puede entenderse, en realidad, como una metáfora de cómo vive cada uno su vida y como la pérdida de la inocencia conlleva a la destrucción de ésta y cualquier sentido que pueda tener. Así pues, el planeta Melancolía podría ser en realidad Justine, mientras la Tierra es Claire, y así vemos como la inestabilidad de la hermana rubia arruina la vida de la hermana morena, pues la depresión crónica de Justine impide la realización, en todos los sentidos, de Claire, que sueña con una vida de convenciones y correcciones. De este modo, la colisión entre ambas hermanas acaba con la pérdida del marido por parte de ambas, instranscendente para la primera y catastrófico para la segunda, así como con el niño, angustiado por las presiones y vida condicionada de la madre y liberado por la permisividad y el libre albedrío de la tía.

¿Y tú, cómo actuarías si todo acabara mañana?
Concluyendo, vemos una vez más en el cine de von Trier su sociopatía, una firme creencia en que la sociedad pervierte al ser humano. Claire, producto social por excelencia, se niega a creer que el castillo de convenciones que ha construido es falso y puede acabar de la noche a la mañana, mientras que a Justine, que es consciente de la falsedad de todo, el fin del mundo a penas le despierta algún sentimiento. Quien nada espera, nada puede temer.