viernes, 2 de mayo de 2014

Yo, homoborroka

*El lenguaje de este artículo es pretendidamente incorrecto, no hace falta que le busques las tres patas al gato en los comentarios.

Si para que el mal triunfe, sólo hace falta que el bien no hagan nada, para que la derecha gane, sólo se necesita que mujeres, parados, inmigrantes y sí, homosexuales, no entiendan de política. La despolitización de los sectores sociales tradicionalmente discriminados ha supuesto la mayor victoria para la derecha europea, puesto que, gracias a nuestro recién descubierto conformismo, ellos cuentan con mayorías absolutas. Por eso, aprovecho para defender un nuevo concepto, ahora que el gobierno es tan terrorista que todos y todas somos ETA: "homoborroka". Porque no se puede ser marica y pepera, queridas, y hay que ir espabilando.


Si ayer tocaba poner vallas a las y los inmigrantes, y hoy toca cohibir la libertad reproductiva de las mujeres, mañana podría tocarle al matrimonio homosexual. Por mucho que al frente de la derecha veas bonitas caras femeninas desbordando botox, el überman del PP sigue siendo el varón blanco, católico, heterosexual cis-género y con sólo una cosa más grande que su caradura: su cuenta corriente.

El enemigo sigue siendo el mismo, pero con otro discurso. Aún así, sigue siendo frecuente encontrarse al homosexual que no está "tan seguro de que sea bueno para un niño crecer sin un padre y una madre", y en consecuencia vota al PP aunque nunca lo diga (porque el votante del PP es como las meigas, que haberlos hailos pero nadie los ha visto) o a la típica heterosexual autodeclarada de izquierdas que viene con el discurso benevolente de "a mí me parece bien, pero no te confundas je-je".

El ejemplo de la movida
Pero como para entender el presente hay que hablar del pasado, mal le pese a los opositores de la Memoria Histórica, debemos observar el ejemplo que supuso la mítica Movida. Ese movimiento contracultural protagonizado por todos los colectivos que, hasta la tranquila muerte del Generalísimo (que lleve tanta paz como descanso deja, que diría mi abuela), eran considerados vagos y maleantes. La movida trajo a España la revolución sexual, entre otras tantas libertades, y precisamente para ser revolución, fue necesariamente de izquierdas. Los derechos que han convertido a este país en uno de los pioneros en los derechos LGTB no se consiguieron votando a Alianza Popular ni a la CDS.

Ahora vivimos nuevamente tiempos de revolución, el 15M, la PAH o los yayoflautas son algunos de los muchos ejemplos de heroísmo cotidiano que nos rodean, y la homosexualidad no debería quedarse al margen simplemente porque parezca que, de momento, no nos van a tocar. Sin ir más lejos, el Día de Orgullo LGTB de Madrid, que tiene dimensiones de fiesta nacional, se ha convertido en un negocio para los socios del partido, cuando debería servir para reivindicar siglos de represión y para llevar pancartas, no sólo sobre nuestros derechos, sino sobre los derechos de nuestras conciudadanas y de otros colectivos que necesitan ayuda del mismo modo que hace tiempo la necesitamos nosotros.

Entiendo que es fácil acomodarse cuando las encuestas señalan a España como uno de los países más tolerantes con la diversidad sexual del mundo, lo que no quita que la tortilla pudiera dar la vuelta en cualquier momento. Y aunque no fuera así, y tuviéramos nuestros derechos y libertades garantizadas de por vida, no quita que como colectivo históricamente marginado y denigrado deberíamos solidarizarnos con el resto de afectados. Porque la denigración y la marginalización son de derechas.

La izmierda
Tampoco voy a sacralizar a la izquierda, porque la homofobia, esa extraña enfermedad del ser humano, afecta desgraciadamente a ambos márgenes de la política. Por eso, junto al "homoborroka", el radical homosexual, me gustaría usar el término "izmierda". La izmierda es todo aquél personaje autodeclarado de izquierdas que esconde siempre un "pero". La izmierda puede ser un comunista trasnochado al que le parece genial la igualdad de toda la ciudadanía siempre y cuando se tenga como modelo para hacernos iguales al varón heterosexual blanco. La izmierda es ese partido que dice ser de izquierdas y está muy cerca al centro. La izmierda es ese izquierdista que utiliza "maricón" y "bollera" como si fueran insultos contra Rajoy o Barberà. La izmierda es, en realidad, una derecha sin cuenta corriente, pero que quiere tener una.

Nos convertimos en izmierda cada vez que, desde la izquierda, dejamos de hablar en términos feministas -que no hembristas, otro modo de izmierda-. Cada vez que nos declaramos socialistas tolerantes, pero no toleramos otras identidades nacionales ni les permitimos decidir democráticamente sobre su rumbo. Nos convertimos en izmierda cada vez que nos callamos porque el Estado nos subvenciona, como si esa subvención fuera un favor y no un derecho. Nos convertimos en izmierda cuando no ejercemos ni defendemos actitudes ecologistas. Y nos convertimos, sobre todo, en izmierda, cuando dejamos de votar, y aquí es donde yace, para mí, el problema homosexual: hablar en femenino, ser transgresor o transgresora travistiéndose o besarse en público sin remordimientos son un acto político. No dejes de hacer política en las urnas. No dejes de hacer política reclamando derechos.

La izmierda es, al fin y al cabo, hipocresía. Y suficiente valor hay que tener para decir abiertamente "soy maricón" como para tener que ir luego escondiendo otras convicciones.

La política no es hipster
Sin duda, hay política más allá del mero acto electoral: unirse a asociaciones, asambleas, colaborar desinteresadamente, ejercer voluntariados... Pero son todo un compendio de cosas que parecen aburridas y trasnochadas para la moderna de turno. Las monturas de pasta no están reñidas con reciclar. Puedes alternar una conversación sobre las divas pop con otra sobre la sanidad pública. Puedes llenar tu Instagram de selfies y, también, de reivindicaciones.

La política debería volver a estar de moda. Hazte gaybertzale, hazte homoborroka.

Postdata: als companys i companyes de Catalunya, recordeu sempre que votar CiU també és 'esmerda', no confongam independència amb esquerres. Vota altra cosa, hi han alternatives.

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